Para llegar a esta conclusión, los investigadores analizaron, durante ocho semanas, el comportamiento de 16 hamsters mientras dormían. De ese total, ocho durmieron en absoluta oscuridad y los ocho restantes fueron expuestos cada noche a un nivel de luz equivalente al que produce el brillo de un televisor encendido en una habitación a oscuras.
Los resultados revelaron que los animales que fueron expuestos a luz sufrieron una modificación en su estado de ánimo, es decir, se deprimieron. Esto se probó cuando en sus cerebros, la zona del hipocampo tenía una menor densidad de vellosidades (espinas dendríticas) en las neuronas que quienes dormían sin luz. Lo que demuestra que la comunicación entre sus células nerviosas se redujo.
Los investigadores asocian los efectos de la exposición a la luz a la hormona melatonina, la cual regula el ritmo circadiano y ayuda a conciliar el sueño, y se produce cuando el cuerpo detecta oscuridad. Razón por la que si en el lugar donde dormimos hay demasiada luz, el cuerpo produce cantidades de melatonina que dañarían nuestro estado de ánimo.
De hecho, la emisión de cualquier luz (laptop, tableta o 'smpartphone') antes de irnos a dormir altera los ritmos circadianos y no permite que el cerebro logre asimilar que es momento de dormir, haciendo que la segregación de melatonina sea mínima.
Ya un estudio anterior publicado en 'Daily Mail' había determinado que “estamos diseñados para dormir en la oscuridad. Cuando sale el sol los receptores de luz de nuestras retinas, nos avisan que ya es hora de levantarnos debido a la inhibición de melanina en nuestro cuerpo, hormona que nos hace sentirnos somnolientos".
Rand Nelson, autor principal del estudio sugiere que el nivel de luz óptimo que necesita el cerebro de los mamíferos para descansar es sorprendentemente bajo. Aclara, además, que “cuando no logramos un estado de relajación profundo, nuestra amígdala cerebral trabaja de manera irregular, generando que nos sintamos deprimidos o de mal humor al día siguiente".